4/25/2009

CASUALIDADES IMPACTANTES (2)


La historia del ETARRA kazpiazu y de Ramon Baglieto tiene tintes de tragedia griega.
Era el año 1961 y Ramón Baglietto, todavía soltero, aburría la hora de la siesta delante de la tienda de muebles mirando hacia la calle Calvo Sotelo. Reconoció a la mujer del carpintero de Azkoitia, María Nieves, al otro lado de la acera. Llevaba a su bebé de 11 meses en los brazos. El mayor de sus chavales, José Manuel, jugaba con una pelota a su alrededor. Cuando el balón rodó hacia la calzada. Y a sus dos años, José Manuel se echó a la carretera sin percatarse de que un camión avanzaba hacia él. Ramón Baglietto salvó al bebé arrebatándoselo de los brazos a la madre. Ella corrió hacia su otro vástago y murió con él bajo las ruedas del camión.Muchos años después ese niño (convertido en miembro de eta) había de matar a su salvador. Como en toda tragedia griega Kándido Aspiazu, cuando se bajó del Seat 131 con la Browning nueve milímetros en la mano para descerrajar a bocajarro la última bala en la cabeza de Ramón Baglietto, podía imaginarse que aquel era el hombre que 18 años antes le había salvado la vida. Su padre no se lo había dicho nunca. Como tampoco le habían dicho quienes ordenaron el atentado que iba a matar al primo del entonces número dos de la banda, Eugenio Etxebeste, Antxon. Muchas casualidades han ido marcando novelescamente la biografía del cristalero. Ahora, casi cada día, se cruza en el portal con la viuda del hombre al que asesinó, y con los dos guardaespaldas que la acompañan desde hace una década. El tiempo que ella lleva amenazada por la banda.

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