4/23/2009

EL MUNDO ES UN PARAISO.... FISCAL


No estamos preparados para este mundo. Nos educaron pensando que los malos nos saldrían por la noche de una esquina. Sucios y taimados nos pondrían la navaja en el cuello. Contra esos malos tenemos antídoto. Pagamos policías, puertas blindadas, jueces, e impuestos varios para que los mantengan a raya. De vez en cuando alguno se descontrola y nos roza su maldad. Los medios de comunicación magnifican la noticia. Unos malos han matado a Marta del Castillo, nos recuerdan. Es bueno que sepamos que están ahí los malvados esperándonos. Es bueno que salgamos gritando: ¡asesinos!. Eso hace que nos desahoguemos. Nos sienten más tranquilos. La cosa da para horas de entretenimiento de sobremesa para viejas.
Los malos, los verdaderos malos, están en otro sitio.
Los malos tienen el dinero en paraísos fiscales. En pequeñas islas de poco más de 10000 habitantes se apiñan cientos de empresas con el miserable afán de no pagar impuestos.
Los titulares de estas empresas viven en cómodas villas de Europa occidental. Son gente guapa, educada, bien vestida. Correctos padres de familia. Las películas que han educado nuestra manera de mirar nos han enseñado a pensar que el malo es feo y deforme. Estos miran dulcemente, Aquí no existe la mirada torva del malo. La flor y la nata de nuestra sociedad son ellos. ¿Cómo distinguir el grano de paja? La gente carga sus iras contra los políticos (los nuevos muñecos del pin pan pum) pero jamás se lanza en contra de estos ciudadanos que dan trabajo en sus lujosas villas a jardineros, mayordomos, niñeras y una larga lista de gentes que (curiosamente) si pagan impuestos. En las calles donde viven seguras (las más seguras) y limpias (las más limpias) humildes personas que también pagan impuestos ( y cuyo sueldos se pagan con los impuestos de otros ciudadanos) les recogen la basura, les limpian la calle, les arreglan los parques de los jardines por los que pasean, o los protegen de los miserables con navaja.
Nadie dice nada. Nadie puede decirlo.
Los mejores publicistas les diseñan anuncios donde se habla de sus empresas identificándolas con la belleza de rostros virginales, con las variantes del lema: “ otro mundo es posible”, con el desarrollo sostenible, con la solidaridad, el multiculturalismo y otras muchas mentiras bien contadas. Los medios de comunicación ponen los anuncios sabiendo que son sartas de mentiras, que muchas de estas empresas defraudan impuestos y, muchas veces, contaminan el planeta, explotan a los ciudadanos y hacen por dinero cualquier cosa terrible. Pero ¿quién se atreve a denunciarlo?, ¿quien pierde esos ingresos publicitarios por decir una verdad que, pronto, una tribu de publicistas se encargara de desmentir?.
Hace unos meses leí en un periódico, que se tilda de valiente e independiente, un poema horrible que parecía escrito por un escolar, el periódico (que no publica un poema ni del premio Cervantes) lo publicaba íntegro. Lo había escrito el presidente de una gran corporación del ladrillo a su padre recién fallecido.
No estamos preparados para esos malos ni para sus cómplices.
No sabemos verlos. Pero están ahí, son legión, son los actores que relanzan su carrera con visitas de caridad a África, son los deportistas que besan la bandera del país pero luego se empadronan en un paraíso fiscal para no pagar impuestos por la pasta que el país les paga por defender los colores, son los músicos expertos en demagogia rockera por la noche hacen una arenga solidaria a un público alucinado (en todos los sentidos de la palabra) y por la mañana defraudan al fisco.
El martes 31 de marzo documentos tv en un magnifico reportaje desenmascaró a uno de los profesionales del timo del filántropo: el cantante Bono. De este personaje sabíamos que utiliza la caridad para promocionarse pero lo que nos descubrió el reportaje es que también se dedica al rentable negocio de los paraísos fiscales.
Seré un desconfiado pero cuando un tipo alardea en público de solidaridad, multiculturalismo, o cualquier otro lugar común creo que, como mínimo, hay que investigarlo. Por si acaso.

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