No quería escribir más sobre este tema. Corro el riesgo de aburrir. Valore la idea de contar alguno de mis viajes en coche por Europa. Allí son razonables. Allí los pueblos pequeños apagan gran parte de su iluminación por la noche. En verano a las once de la noche esta todo apagado. Pasas por los pueblos y, eso si, se trasmite una cierta sensación de desamparo. Pero la gente esta dormida y no lo ve. Para el que pasa es más sugerente o más triste. Que importa. Es de sentido común.
En los demás sitios de Europa en que he estado ocurre lo mismo. En Helsinki la iluminación de la calle es la justa casi diría que escasa. Yo –ya lo he dicho- no quería hablar sobre este tema. Alguien me dirá que en España vivimos más de noche. Que somos turísticos. Bueno. Cualquier pueblo de cien habitantes esta la calle perfectamente iluminada todas las noches del largo invierno. ¿Qué turismo hay a las cinco de la mañana, y a cuatro grados bajo cero, en la comarca de las cinco villas?.
Voy conduciendo hacia Teruel. Allí hay unos kilómetros de autovía, creo que cinco, repletos de farolas a uno y otro lado de la carretera, luego la oscuridad. ¿Por qué?. Toda la noche encendidos. Cada vez que viajo por la noche por esa carretera barajo hipótesis. ¿Por seguridad?,¿Para ver por donde vas? Entonces ¿por qué sólo cinco kilómetros? Imagino cosas, pienso en lejanos casos de corrupción, un stock de farolas de un cuñado del ministro, unas farolas compradas para otro uso, un error de calculo…no sé, ahí están las farolas iluminando cinco kilómetros de la autovía Zaragoza-Teruel.
Lo dije al principio no iba a hablar más sobre el tema. Ni siquiera azuzado por el absurdo hecho de encontrar las calles de mi ciudad absurdamente más iluminadas en los días de navidad, balcones, áticos. ¿Por qué?. Y si lo hacen ¿Por qué un mes antes de las fechas de autos?. Esta clara la respuesta no somos ciudadanos somos consumidores y se nos debe animar a ejercer. Nadie piensa, no en el dinero, que parece que nadamos en la abundancia, sino en el medio ambiente. “Aunque usted pueda pagarla, España no puede”, rezaba un lema de ahorro energético en la transición, que se quedo en mi cerebro grabado a fuego.
No iba a hablar del tema, ya lo he dicho. Cuando llego a casa con la cabeza reventada por los villancicos del centro comercial , con los ojos cansados de tanto parpadeo, cuando llego a mi casa situada en un pueblo de menos de cuarenta habitantes, aparco el coche en una calle donde solo hay tres casas, una calle no asfaltada (denuncio), pero si exageradamente iluminada. Pues bien, cuando llego a mi casa, y subo al dormitorio, una luz parpadeante entra por la ventana, pienso que todavía tengo en la retina las luces del centro comercial. No es así. Es una luz real. No me estoy volviendo loco. Son luces reales.
Mi vecino ha puesto una estrella enorme en su balcón. Pero no en el balcón que da a la calle. En el balcón que da a mi casa. Es algo inconcebible. Esa estrella sólo la vemos mi novia y yo en todo el universo. ¿Es una ironía del destino? ¿o de mi vecino? . No lo puedo entender, reprimo los deseos de destrozarla. Mi vecino esta no lo entendería y esta cachas. Quiero encontrar pensamientos positivos, quiero encontrar alguna justificación, algún tipo de sentido en este acto. Analizo con calma: por mi calle apenas pasan uno o dos coches en toda la noche (que es cuando la estrella esta funcionando), además estos coches solo la ven de refilón, casi diría que no la ven porque la estrella, la inmensa estrella de mi vecino, como ya he dicho apunta a mi balcón. Mi casa aunque no es muy grande tapa la estrella y la hace invisible para el resto de ciudadanos del pueblo (algo menos de cuarenta).
Una duda me corroe con rabia. ¿Por qué lo ha hecho? Mi novia advierte que si no bajamos las persianas el parpadeo amenaza con no dejarnos dormir. A mi que duermo por las persianas subidas.
Por un momento me alegra la idea de que mi vecino, por lo menos, va a pagar una buena factura de luz esta navidad. La alegría dura poco. No es así. Ya se que parece increíble pero como mis amigos más próximos sabéis la instalación es provisional y, hasta que sea definitiva, los dos enganchamos la luz en el mismo sitio. Mi vecino y yo pagamos la luz a medias. Dicho de otra manera: yo voy a pagar la mitad de la luz que gaste la estrella de los huevos toda la noche encendida en un territorio con la misma densidad de población que el Sahara. La gente no lo va a creer cuando lo cuente. Esto si que es una ironía del destino.
Disney en el cementerio
Hace 11 años
1 comentario:
por qué no me gusta la navidad o del sentido del limbo
amigo, en el nombre de hoy, añonuevo de nubes con sol, voy a deciros lo que entiendo... Ya disculparás que no comente tu artículo, pues otras luces me tienen perturbado
Nochebuena, Soria. Evidentemente hace frío -aunque aquí no se forman esas capas de frío seminal sobre todas las cosas que se dan en las tierras del batallador-y, tras una serie incontrolada de imprevistos -ay de mi vida- he quedado, tampoco sé cómo, para ir a tomar unos champanes -en este caso el plural no está de más. Como buen extranjero en mi patria, desconocía la costumbre que existe en mi pueblo de que todos nos juntamos en una plaza a tomarnos esos champanes -ignorando, mente colectiva, el frío que hace- Cuando entras en la turba, el movimiento ya no te pertenece. los grupos de gente agolpada te llevan, pedir en los bares repletos te convierte por arte de magia en un energúmeno que chilla, y sales, y te encuentras con gente que no sabías que conocías, otros rostros como de sueño pero que han cambiado de tamaño, y los amigos del colegio. De lejos era entrañable verlos, pero de cerca, tenía que mirar hacia arriba.Asombrado le digo: tú antes no eras tan alto, y él me dice: es que he crecido, y yo pienso: y yo no o qué. Y eso pasa primero con los más pequeños de siempre -cosa que, según he descubierto, es capaz de crear relaciones de poder en el colegio- y luego con todos. Cabreado, porque me he quedado de los pequeñitos. Dentro del desfile de los fantasmas de la navidad, aparecen las novias, mis novias del pasado. Frente a este fenómeno, yo ya me pierdo. Algo me dice que la persona que esta chica tiene en frente no es la que piensa tener-y no porque no conozca mis afaires sentimentales, sino porque yo casi no me la creo, no me parece posible que exista en algun espacio de mi pasado- y cuándo ya me pregunta, qué es de tu vida, qué haces, me parece imposible poder explicárselo. no sé si la gente piensa que explicar la vida es fácil, pero yo me pongo a hacer alguna pincelada, y además de que ella no entiende nada, yo acabo creyendo que mi vida es un desconcierto azaroso que vivo en pequeñas explosiones de entusiasmo y cieto ansia trágica...
Retomando, estoy en la plaza de herradores, y ante esta situación, no me queda más que emborracharme -cosa por la que no me tengo que preocupar, porque en medio de estas charlas, ya he bebido demasiado de una copa que nunca se vacía, porque todo el mundo tiene botellas y considera hospitalario o afectivo hincharte de champán...
Desde este botellón encubierto de fantasmas a lo scrooge, empecé una navidad que me ha dado entrañables momentos de absurdo. Como a sátira me voy paso a paso y aquesta que te escribo es elegía, lo dejo aquí.
Amigo, me he alargado aquí y no he llegado donde quería, teniendo que dejar de lado grandes momentos como "ese breg debe ser inglés, y tiene una contrata con alianza porque se lo publica todo" en las librerías sorianas, o de cómo odio numancia, exaltación del símbolo de la resistencia al avance y el desarrollo, como descubrí en una exposición. Bórralo cuando lo leas, amigo
Un saludo a mis padres, que no me estarán leyendo, y a la afición en general
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